viernes, 13 de marzo de 2009

La literatura perseguida II


Como Saviano, son muchos los escritores que han sido represaliados por plasmar sus ideales sobre el papel. Los más recientes, Gao Xingjian y Oran Pamuk, perseguidos por el gobierno chino y un grupo de ultranacionalistas turcos, respectivamente.


La lista, sin embargo, es interminable. Victor Hugo, tan aclamado por su amada Francia, tuvo que huir tras enfrentarse con Napoleón III. La misma decisión se vio obligado a tomar el alemán Joseph Roth, con la diferencia de que éste murió alcoholizado y olvidado por todos. Thomas Mann, Bertolt Brecht, Theodor Adorno, Walter Benjamin, Stefan Zweig, contemporáneos y compatriotas de Roth, también hubieron de huir del régimen nazi, bien a través del exilio a otros países o del suicidio. También tenemos historias patrias: Unamuno fue desterrado a Fuerteventura por sus enfrentamientos con José Antonio Primo de Rivera, que en ese momento estaba en el poder. Antonio Machado, Luis Cernuda y Max Aub (por citar algunos) tuvieron que huir a Francia tras el fin de la Guerra Civil española.


Pero probablemente las historias más conmovedoras las encontramos en el seno de la antigua Unión Soviética. Stalin creó una inteligente red de espionaje llevada a cabo entre y por sus propias compatriotas. Todo el mundo podía ser acusado de contrarrevolucionario en cualquier momento y no hacia falta que fuera necesariamente verdad. Un vecino envidioso o un compañero de trabajo molesto bastaban para que aparecieses de la noche a la mañana como un traidor a la Madre Rusia. Los escritores y demás intelectuales se convirtieron, cómo no, en una blanco muy apetitoso. Miles de ellos fueron deportados a Siberia, forzados a trabajar en campos de concentración o simplemente ejecutados.

Durante el gobierno de la URSS la letra resultó mortal para aproximadamente mil quinientos escritores: Boris Pilniak, Isaac Babel, Meyerhold, Tsvitáieva.


Muchos han pasado a la historia por denunciar abiertamente el sanguinario régimen estalinista. Vasili Grossman relató la limpieza étnica llevada a cabo en Hungría y Polonia y en Vida y Destino habló sin tapujos sobre las atrocidades del totalitarismo soviético. Las primeras obras y artículos de Aleksandr Solzhenitsyn le valieron el destierro perpetuo a Lubyanka, pero fue con su gran obra maestra, Archipiélago Gulag, donde se consagró como estandarte de la libertad de expresión de los intelectuales rusos. Se trata de un análisis extremadamente documentado del sistema de prisiones soviético, del terrorismo y de la policía secreta.

No deja de sorprendernos que todavía hoy existan personas que estén siendo perseguidas por sus ideas. Y que teman por su vida. "Se que acabarán conmigo. Tarde o temprano lo harán", estas son las escalofriantes palabras de Saviano, en una entrevista a El País Semanal. Si, desgraciadamente, este suceso llegara a ocurrir, no sería el primero ni el último.
Escritores, ensayistas y pensadores de todas las nacionalidades que, a través de los siglos, han sido asesinados, condenados a trabajos forzados o han tenido que exiliarse de su patria por culpa de gobiernos totalitarios u organizaciones criminales.


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