La
reputación lo es todo para una empresa. Lo que piensen tus clientes de ti y de
tus productos, cómo te perciban tus proveedores o tus propios empleados es
clave para obtener el éxito. Una palabra
mal calibrada, una frase fuera de contexto o una campaña mal planificada te
pueden lanzar al abismo en un abrir o cerrar de ojos. Todos conocemos historias de compañías que la han pifiado en algún momento: algunas lograron remontar,
otra no. Hoy quiero contaros una experiencia tuve con una empresa hace un par
de semanas.
Hace poco
fui seleccionada para un puesto de gestión de la reputación online en una
agencia de comunicación. Cuando me llamaron para comunicarme la noticia, me
dijeron que tenía que responder ese mismo día o al día siguiente y que comenzaría a trabajar a los quince
días. El sueldo era escaso, apenas
mileurista. El horario no estaba mal, pero la jornada acababa un poco tarde
para mis labores de mamá (las siete). El caso es que al día siguiente les
escribí pidiéndoles amablemente si en un futuro mi sueldo podía ser renegociado
y si el horario podía ser compatible con mi vida familiar (en su web alardeaban de eso). Me dijeron que me contestarían.
Pasaron los
días, se acercaba la fecha de mi incorporación y no me contestaban. Yo no
quería atosigarles, pero tenía muchas cosas que organizar antes de mi
hipotética incorporación, así que amplié el horario en la guardería de mi niña,
avisé de que dejaba mi colaboración en el estupendo Museo de Pusol, decliné
otras colaboraciones, etc. Cuatro días
antes les escribí un mail para ver cómo estaba el asunto. Ellos farfullaron una
excusa y lo coronaron con un “Agradecemos tu interés pero tenemos que continuar con
el proceso de selección”. Es decir, no me
habían contestado, ni pensaban hacerlo, y no estaban dispuestos a dialogar
conmigo. A una candidata a la que habían ofrecido un puesto y que en teoría
empezaba ese lunes a trabajar. Habían proseguido con el proceso, sin dignarse a
contestarme.
El que se
dedique a esto sabrá que la ORM no es solo decir cuatro frases en las redes
sociales. Tu reputación (la de tu
empresa, cliente o la tuya propia) la debes gestionar en todo momento:
cuando apareces en medios de comunicación, cuando hablas en tu blog personal,
cuando te reúnes con tu equipo, cuando apaciguas a un cliente molesto y por
supuesto cuando contratas a personal para tu empresa. La imagen que das tiene
que ser sincera y consistente en todos los canales que tengas presencia, ya
sean online u offline
No puedes ser una
agencia de comunicación que venda sus servicios a empresas para gestionar sus
clientes y luego llevar un proceso de selección sin comunicación ni diálogo.
Como les contesté: “Soy consciente de que las agencias de comunicación tenéis una carga de
trabajo muy elevada pero, en mi humilde opinión, es fundamental estar abiertos
a la comunicación y mantener una actitud dialogante con los candidatos”. Huelga
decir que no dijeron ni mu.
He evitado decir el nombre de esta empresa a propósito: no pretendo afectar
a su reputación. Además, creo que lo
hacen muy bien ellos solitos. Solo pretendo poner de manifiesto cómo la
gestión de la reputación online debe ser algo integral, honesto y coherente.
¿Habéis tenido alguna experiencia similar a la mía? ¡Animaos a contarla!