Un amigo me acaba de postear en Facebook este link sobre el libro Blanco bueno busca negro pobre, una crítica a las ONG. Al leer el resumen
me han entrado unas ganas tremendas de decir lo que pienso sobre el tema, sobre
todo porque he trabajado en el Tercer Sector durante más de tres años y he
visto como las cosas positivas aplastan con creces a las negativas.
Algunas ONG son condescendientes y paternalistas. Pero otras
muchas intentan por encima de todo empoderar a las personas de países en vías
de desarrollo para que sean ellos los
protagonistas de su propio futuro. Para que sean capaces de tomar
decisiones y ejecutarlas, de tener voz y que ésta sea escuchada, de que sus
gobiernos (corruptos, muchos de ellos) rindan cuentas ante ellos. Cada vez más
ONG hacen lo que se llama incidencia social, esto es, dejar de atacar a los
síntomas de la pobreza para centrarse en las causas, en lo que realmente
provoca pobreza: abuso de poder, silenciar la voz de muchos, mantener en una
esclavitud asincrónica a otros. Cada vez se trata menos de donar ordenadores a
pobres negritos (sic) o de repartir alimentos a poblados perdidos (aunque esto
a veces es necesario, recordemos que la ayuda humanitaria es esencial); y cada
vez se trata más de exigir a los
políticos que tomen cartas en los problemas de su población, de promover la
formación de cooperativas para que las personas puedan salir de la pobreza por
sus propios medios, de enseñar un oficio y dar un microcrédito a un hombre
pakistaní que lo ha perdido todo en una inundación y hacer presión para que se
derogue una ley afgana que permite el matrimonio infantil.
Como digo, hay muchas, muchísimas ONGs que ya hacen este
(buen) trabajo. Amnistía es un buen ejemplo, Christian Aid –la ONG en la que yo
trabajaba- otro; pero hay muchas más.
¿Publicidad impactante? ¿Mensajes en los que a veces se
vulnera el derecho de las personas? Sin duda, muchas organizaciones abusan
sobremanera de ello y está mal, muy mal: se olvidan de que estamos hablando de
personas, muchas veces de niños, que tienen derechos y que tienen que ser
respetados. Pero también cada vez más ONGs se ajustan a un cada vez más
estricto código deontológico (sí, las ONGs también usan de eso) en la que jamás
se utilizan imágenes que puedan sobrepasar unos límites éticos.
Muchos de los extractos del libro tienen algo de verdad (sí,
las ONG son imperfectas, como los humanos que lo forman) pero por lo general da una visión reduccionista y llena de prejuicios del mundo de la
cooperación. ¿Qué la publicidad de las ONG oculta cualquier referencia a que el
Norte explota al Sur? ¡Por favor! Si son las propias ONGs las que destapan
escándalos de abusos y corrupción
Como bien dice un comentario en el artículo que reseña el
libro, este libro parece escrito en 1993 en vez de 2013. Da una visión sesgada
del sector de las organizaciones no gubernamentales y deja injustamente en mal lugar a un sector que
gracias a su esfuerzo y al de los donantes ha conseguido grandes logros.
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